Wargame Liber Militum: Tercios. Batalla de Garellano 1503
Publicado: Dom Dic 13, 2020 6:25 pm
Antecedentes históricos.
El 28 de diciembre de 1503 las tropas españolas del Gran Capitán cargaban sobre el ejército francés en las inmediaciones del río Garellano, obteniendo una brillante victoria y poniendo fin a las pretensiones de Luis XII sobre Nápoles, quien se vería obligado a firmar la paz con España.
Las pretensiones del rey francés Carlos VIII sobre el trono napolitano en 1494 habían dado comienzo a las llamadas Guerras Italianas. Francia fue derrotada por España y sus aliados: Venecia, Milán, el Sacro Imperio y los Estados Pontificios. Su sucesor en el trono, Luis XII, reanudó la guerra en 1499 y conquistó el Ducado de Milán, con el apoyo veneciano y del papa Alejandro VI y su hijo César Borgia.
Luis XII, firmó con Fernando el Católico el Tratado de Granada, donde se repartían el centro y el sur de Italia; Nápoles para Francia y Sicilia para España. Pero las discrepancias pronto surgieron y los franceses en 1502, invadieron las posesiones españoles en Italia, su superioridad numérica pronto dejó a los españoles en una situación crítica.
En 1503 los españoles se recuperan y empiezan a hacer retroceder a los franceses, el Gran Capitán vencía en Ruvo, Hugo de Cardona y Fernando de Andrade vencían en Seminara a las fuerzas del señor de Aubigny, y pocos días después Gonzalo Fernández de Córdoba en los campos de Ceriñola, parecía terminar las pretensiones francesas, entrando en Nápoles en mayo de 1503. Los españoles se hicieron con las fortalezas de Castelnuovo y de Castel dell'Ovo, mientras el Marqués del Vasto, ocupaba el castillo de Salerno.
Los franceses no tenían más remedio que replegarse hacia el norte, por lo que se concentraron en Gaeta.
Luis XII (Francia) se vio obligado a levantar levas y reclutar otra potente fuerza, cuando los españoles se lanzaron a tomar la plaza de Gaeta, un poderoso ejército francés obligó a Fernández de Córdoba a replegarse hasta el río Garellano ante la posibilidad de quedar atrapado entre dos ejércitos franceses. Esta maniobra, salvó el ejército español del desastre.
El Gran Capitán situó a sus hombres al este del río y tomó las fortalezas de Montecasino, Roccaseca y San Germano, ocupando una gran zona pantanosa de difícil acceso, no era mala defensivamente, pero no tenían buen acceso a suministros y un grave problema de insalubridad en aquellas tierras, extendiéndose el paludismo entre buena parte de la tropa.
Los franceses podían recibir refuerzos por mar y la punta de Gaeta otorgaba una posición dominante sobre el golfo, lo que logísticamente constituía una notable ventaja. El ejército galo, contaba con 25.000 hombres entre infantería y caballería, bajo el mando del marqués de Saluzzo, que realizó numerosos intentos de cruzar el río, en lo que se convirtió en una guerra de trincheras que los españoles a duras penas podían aguantar.
El tiempo jugaba en contra de los españoles, por las insalubres condiciones y con sus suministro muy mermados. Aún así seguían resistiendo heroicamente incluso cuando los franceses consiguieron construir un puente sobre el río uniendo varias barcazas, pero el tesón de los hombres de Córdoba consiguió frustrar nuevamente el ataque.
Desde España se seguían con preocupación los acontecimientos. La pérdida de Nápoles no era una opción aceptable y situaría a Francia como potencia dominante en Europa y sobre todo en el Mediterráneo. La diplomacia española movió hilos para enviar refuerzos a su ejército en Italia, tras una dura negociación con la familia Orsini, Fernando el Católico consiguió enviar refuerzos a Fernández de Córdoba bajo el mando del condotiero italiano Bartolomeo D'Alviano, consiguiendo paliar la terrible inferioridad numérica hispana. Ahora los españoles contaban con unos 15.000 soldados.
En otra brillante maniobra,Fernández de Córdoba simuló una retirada táctica hacia el río Volturno, y el marqués de Saluzzo, mordió el anzuelo. El comandante francés no dudó y, pensando que los españoles abandonaban su posición, movió sus tropas hacia la retaguardia, rebajó la vigilancia sobre las posiciones españoles y autorizó una tregua navideña los días 25 y 26 de diciembre.
Despliegue táctico de la Batalla de Garellano
Córdoba había ordenado fabricar unos pontones para salvar el río y sorprender al enemigo por Juan de Lezcano y en el capitán Pedro Navarro, se trasladaron los pontones en mulas hasta el campamento español de Sessa, lejos de la vigilancia francesa, y se unieron en tres tramos que se colocaron mediante barcas y cadenas la noche del 27 de diciembre.
De esta manera para el día 28 el puente sobre el Garellano estaba listo. El plan era cruzar el río lo más rápido posible y sorprender al enemigo con un movimiento envolvente de su ejército. Córdoba era un experto en explotar al máximo la movilidad de sus tropas, por lo que la acción parecía factible. Para salvar la diferencia numérica, Córdoba dividió su ejército en 3 cuerpos: el principal, y primero en cruzar, estaría compuesto por unos 3.000 jinetes bajo el mando de D'Alviano; en segundo lugar cruzaría Fernández de Córdoba con buena parte de su infantería dividida a su vez en 3 grupos; y en retaguardia, para hacer creer a los franceses que se mantenía el ejército español en una posición defensiva, se establecieron las tropas de los capitanes Diego de Mendoza y Fernández de Andrade, los cuales tenían órdenes de cruzar el puente solo cuando el enemigo comenzara a flaquear.
La madrugada del 27 al 28 se comenzó el cruce del río, sorprendiendo a los franceses. Muchos soldados franceses estaban aún borrachos, Córdoba mostró especial celo en consolidar la cabeza de puente y una vez logrado esto, ordenó a los capitanes Pedro Navarro y García Paredes "el Sansón Extremeño", cargar al frente de su cuerpo de 3.500 arcabuceros y rodeleros, que batieron la primera resistencia francesa, el puente cedió tras el paso de los lansquenetes sin que las tropas de Fernández de Andrade tuvieran tiempo de cruzar, dejando a los españoles en una delicada situación. Las guarniciones de Sessa, Castelforte y de Vallefredda cayeron sin que Yves D'Allegre, a cargo de la resistencia francesa al otro lado del Garellano, pudiera evitarlo.
Las noticias de aquel desastre llegaron al marqués de Saluzzo, en su campamento principal, cerca de la torre de Garellano. Tras discutirlo con su Consejo de Guerra resolvió retirarse a la fortaleza de la Gaeta. Mientras, Córdoba, a sabiendas de que Saluzzo tomaría tal decisión, mandó a D'Alviano avanzar hacia el puente de la Mola, en un movimiento envolvente, para asegurar así el paso hacia Gaeta y cortar la retirada del enemigo, mientras que él y sus hombres lanzarían un ataque directo contra las posiciones francesas, y las tropas de Andrade, cruzaban por la parte occidental del río formando así el ala izquierda del ejército español.
Saluzzo tuvo que emprender una retirada terrible en medio de una noche de fuerte tormenta, hostigado por los españoles pisándole los talones. La caballería de D'Alviano interceptó a los franceses por el norte, a la altura del desfiladero de Mola, mientras que por el oeste, pegados a la línea de mar, las tropas de Andrade y de Mendoza amenazaban con envolver por completo al ejército de Saluzzo e impedir que se pudieran atrincherar en La Gaeta.
A la mañana los españoles habían conseguido poner en fuga a los franceses, totalmente descompuestos y a la carrera en una especie de sálvese quien pueda. A primera hora de la tarde cayeron sobre las maltrechas tropas francesas los cuerpos de ejército de Andrade y de Mendoza, y el camino hacia la Gaeta estaba expedito para los españoles, por lo que Saluzzo ordenó la retirada general. Córdoba se dirigió hacia la fortificación de La Gaeta, rodeándola por completo ese mismo día. Los pocos que lograron llegar a La Gaeta rindieron la plaza el 1 de enero de 1504, tras la capitulación de Saluzzo ante Córdoba.
El comandante español cedió a los franceses 2 carracas apresadas a éstos para que Saluzzo, sus oficiales y algunos hombres pudieran emprender viaje seguro. El resto del ejército francés tuvo que hacer un largo y penoso viaje de vuelta a Francia atravesando Italia, hostigados constantemente por la población local, lo que hizo aumentar el número de bajas hasta casi las 18.000. Los españoles apenas tuvieron que lamentar 900 bajas. Una lección militar en toda regla que obligó al rey francés a firmar el Tratado de Lyon mediante el cual se daba por finalizada la Segunda Guerra Italiana y Francia abandonaba sus pretensiones sobre el Reino de Nápoles.
La victoria española fue producto, nuevamente, de la brillante estrategia y dirección de Fernández de Córdoba, la última, ya que nunca más dirigiría personalmente batalla alguna.