Re: En tiempos de guerra....
Publicado: Vie Jun 21, 2013 1:20 pm
El pánico se había apoderado de la ciudad de Fornost. Después del último ataque, los habitantes habían empezado a abandonar la ciudad. Unos se dirigían hacia las ruinas de la antigua ciudad de Annuminas. Otros hacia el sur. El grupo llego cansado y abatido a la mansión Eketta. Esta había sido abandonada por la baronesa y sus criados. Solo el joven cuidador de los caballos estaba allí.
Al día siguiente de la llegada el principe Aranarth acudió a la mansión. Allí les informo de lo desesperada de la situación. El rey Averdui abandonaba la ciudad con los Palantiri en dirección al desconocido norte. La ciudad se abandonaría y se encaminarían hacia Annuminas en donde esperarían la llegado de la ayuda de los Puertos y Gondor.
Además Aranarth le dijo a Faramis que su antigua compañia de soldados estaba en Fornost, esperando para servir bajo su mando una vez más. Estos eran 200 piqueros llamados los Raggers. Una antigua y distinguida unidad de Arthedain. Clarshil, Thor y Ehalaf fueron adoptados por la unidad y llevarían su uniforme en recompensa por el valor demostrado en Ilmaryen.
El plan de Aranarth es llegar al pueblo de Rood y destruir el gran puente de piedra sobre el Brandivino. Los raggers serían la retaguardia del ejercito y se encargarían de cubrir la retirada y destruir el puente. La ida era obligar a atacar a Angmar en los vados de este río en Annuminas en donde no podría disfrutar de sus superioridad numérica y además se cubrirían las espaldas ante un ataque por retaguardia.
Matha ya no pudiendo aguantar más se despidió del grupo con lagrimas en los ojos. La escoltaron hacia el sur, en donde un grupo de hombres de Aranarth la llevarían hasta las más pacificas tierras de Bree.
La ciudad fue abandonada a excepción de tres barones y sus hombres. Sin que lo supiera nadie dos de ellos conspiraban para entrega la ciudad al rey Brujo y asi intentar salvar la vida. El Rey Brujo les recompensaría con una eterninad de servicio hacia el en forma de espectros malditos.
El grupo sufrió un salvaje ataque de trolls y orcos por el camino que fue repelido por las recias filas de los piqueros. Lamentablemente perdieron parte del material inflamable que iban a usar para destruir el puento.
En el pueblo de Rood los heraldos del principe informaron a Faramir que con las prisas de la evacuación, el estandarte real no había sido llevado y todavía estaba en el palacio en Fornost. Clarshil y Ehalaf se ofrecieron para traerlo.
Tras entrar en palacio sigilosamente por un antiguo pasadizo secreto pudieron sacar el estandarte sin grandes problemas. Al salir de Fornost vieron al inmenso ejercito de Angmar que comenzaba el asalto a Fornost. Las puertas estaban abiertas por culpa de los traidores.
Mientras en el campamento Thor, herido tras la refriega con los trolls y los orcos, investigaba la extraña enfermedad que había empezado a asolar a los raggers. Gûra, capitan de estos le hizo saber que sospechaba de un envenenamiento.
Tras varías acciones descubrieron que en verdad estaban siendo envenenados por el campesino que llevaba la leche por la mañana.
Este al ser interrogado dijo que un sacerdote oscuro le había dicho que le curaría de su enfermedad, la mortal fiebre roja a cambio de su traición.
El traidor fue colgado, destripado y descuartizado siguiendo las leyes de Arthedain.
Al día siguiente de la llegada el principe Aranarth acudió a la mansión. Allí les informo de lo desesperada de la situación. El rey Averdui abandonaba la ciudad con los Palantiri en dirección al desconocido norte. La ciudad se abandonaría y se encaminarían hacia Annuminas en donde esperarían la llegado de la ayuda de los Puertos y Gondor.
Además Aranarth le dijo a Faramis que su antigua compañia de soldados estaba en Fornost, esperando para servir bajo su mando una vez más. Estos eran 200 piqueros llamados los Raggers. Una antigua y distinguida unidad de Arthedain. Clarshil, Thor y Ehalaf fueron adoptados por la unidad y llevarían su uniforme en recompensa por el valor demostrado en Ilmaryen.
El plan de Aranarth es llegar al pueblo de Rood y destruir el gran puente de piedra sobre el Brandivino. Los raggers serían la retaguardia del ejercito y se encargarían de cubrir la retirada y destruir el puente. La ida era obligar a atacar a Angmar en los vados de este río en Annuminas en donde no podría disfrutar de sus superioridad numérica y además se cubrirían las espaldas ante un ataque por retaguardia.
Matha ya no pudiendo aguantar más se despidió del grupo con lagrimas en los ojos. La escoltaron hacia el sur, en donde un grupo de hombres de Aranarth la llevarían hasta las más pacificas tierras de Bree.
La ciudad fue abandonada a excepción de tres barones y sus hombres. Sin que lo supiera nadie dos de ellos conspiraban para entrega la ciudad al rey Brujo y asi intentar salvar la vida. El Rey Brujo les recompensaría con una eterninad de servicio hacia el en forma de espectros malditos.
El grupo sufrió un salvaje ataque de trolls y orcos por el camino que fue repelido por las recias filas de los piqueros. Lamentablemente perdieron parte del material inflamable que iban a usar para destruir el puento.
En el pueblo de Rood los heraldos del principe informaron a Faramir que con las prisas de la evacuación, el estandarte real no había sido llevado y todavía estaba en el palacio en Fornost. Clarshil y Ehalaf se ofrecieron para traerlo.
Tras entrar en palacio sigilosamente por un antiguo pasadizo secreto pudieron sacar el estandarte sin grandes problemas. Al salir de Fornost vieron al inmenso ejercito de Angmar que comenzaba el asalto a Fornost. Las puertas estaban abiertas por culpa de los traidores.
Mientras en el campamento Thor, herido tras la refriega con los trolls y los orcos, investigaba la extraña enfermedad que había empezado a asolar a los raggers. Gûra, capitan de estos le hizo saber que sospechaba de un envenenamiento.
Tras varías acciones descubrieron que en verdad estaban siendo envenenados por el campesino que llevaba la leche por la mañana.
Este al ser interrogado dijo que un sacerdote oscuro le había dicho que le curaría de su enfermedad, la mortal fiebre roja a cambio de su traición.
El traidor fue colgado, destripado y descuartizado siguiendo las leyes de Arthedain.